Gracias, compañeros por vuestras palabras de felicitación y también por facilitarme el uso de este espacio de comunicación de la Agrupación Socialista de Pravia.
La Federación Socialista Asturiana ha depositado en mí la responsabilidad de encabezar la candidatura de la circunscripción occidental y os aseguro que la asumo con el compromiso de trabajar con todas mis fuerzas para que los socialistas obtengamos el mejor resultado el próximo día 25 de marzo.
Cascos ha convocado elecciones anticipadas en Asturias después de medio año de desgobierno y parálisis. La derecha asturiana ha demostrado una vez más –después del episodio del año 1998 cuando Cascos, enfrentado a Marqués, malbarató el gobierno del PP- que es incapaz de gobernar. Porque no podemos perder de vista que entre el partido de Cascos y el PP suman veintiséis diputados de cuarenta y cinco en el Parlamento y están obligados a entenderse para garantizar la gobernabilidad y la estabilidad política más allá de rencillas o rencores personales. Ni olvidar que tienen las mismas ideas y el mismo proyecto político, lo que debería facilitar el acuerdo. Es la derecha asturiana la que tiene la culpa de que Asturias viva una situación inédita de desgobierno, de que se vaya a perder un año o más por la parálisis de la administración regional y, en definitiva, es la derecha de Asturias la responsable de que nuestra comunidad autónoma no disponga de medidas que sirvan para el estímulo económico, más necesarias que nunca en el contexto de crisis económica que padecemos.
Una derecha que en Asturias y desde hace un año está integrada por dos partidos: FAC y PP.
Bajo las siglas de FAC -que sirven para designar tanto al partido: Foro Asturias Ciudadano, como a su líder máximo: Francisco Álvarez-Cascos- se engloba un proyecto que tiene más de personal que de político; un proyecto hecho por Cascos a su medida, creado a su imagen y semejanza y que nace del enfado, de la irritación y del rencor que suponen para el ex secretario general del PP la decisión de Rajoy de que no encabezase la candidatura a las elecciones autonómicas del pasado mes de mayo y designar, en su lugar, a Isabel Pérez-Espinosa.
FAC es un partido personalista, caudillista. Lo es por su origen y, también, por la naturaleza de su líder de manera que no es ninguna sorpresa su peculiar forma de entender la acción política: Cascos manda, no gobierna. Mandar es lo que sabe hacer. Gobernar es mucho más difícil, especialmente en escenarios de crisis como el que transitamos. Se necesita un proyecto político que parta de un análisis correcto de la realidad y no de falsos agravios que llevan al victimismo interesado; un proyecto que defina objetivos y establezca prioridades. Es imprescindible altura de miras y capacidad de diálogo. Hay que saber escuchar al otro y no quedarse en la autocomplacencia del propio discurso.
De Francisco Álvarez-Cascos, de su etapa como Vicepresidente y Ministro de Fomento de los gobiernos de José Mª Aznar, se empeñaron en trasladarnos una imagen de hombre decidido y eficaz. De su gestión como Secretario General del PP, la figura de quien ejerce el poder de forma absoluta y sin contemplaciones (los suyos le llamaban “general secretario”). Tras algo más de medio año como Presidente de Asturias tenemos la certeza de estar ante un político ausente y que, junto a su equipo, ha acabado convirtiendo el eslogan “a tres turnos” en un sarcasmo; ante un presidente que pretende gobernar como si dispusiera de mayoría absoluta y no es consciente de la exigua realidad parlamentaria con que cuenta. Cascos ha sido estos meses un político “ciclotímico” que empieza hablando de “Gobierno de concentración” para acabar presentando un proyecto de Presupuesto sin previa negociación que estaba condenado –y un político de la trayectoria de Cascos lo sabe- al fracaso. Medio año al frente de un gobierno caracterizado por la chapuza y la improvisación (desde el primer día con la estructura orgánica del ejecutivo, hasta el último con la gestión de la prórroga presupuestaria) y, lo que es peor, por una terrible capacidad para destruir (TPA, Niemeyer…) y paralizar (fondos para el desarrollo rural, ayudas a los sectores productivos desde ganaderos a autónomos…).
¿Incapacidad o plan minuciosamente concebido para disfrazar la terrible falta de solvencia del ejecutivo, incentivar la idea de victimismo que tantos réditos le había dado en las pasadas elecciones y achacar a los demás los males derivados de los propios errores? Quizá sus más allegados lo sepan. En todo caso el daño perpetrado a los asturianos es enorme. La gobernabilidad es siempre un activo. Más en época de crisis. Necesitamos un gobierno que gobierne y tenemos una calamidad.
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