Primero de mayo aparece como reivindicación laboral por primera vez en 1886 en los Estados Unidos, donde los obreros anarquistas convocaron, para ese día, manifestaciones en pro de la jornada laboral de ocho horas. En 1889, el Congreso Internacional Obrero de tendencia socialista reunido en París acordó que el 1.º de mayo fuese celebrado por los obreros del mundo como fiesta del trabajo y de la paz, enfocando la fiesta reivindicativa a la petición de la jornada laboral de ocho horas. En origen, fue una celebración cargada de tensión, pero, poco tiempo después se convirtió en algo festivo, además de reivindicativo.
En España, el gobierno liberal presidido por Práxedes Mateo Sagasta fue permisivo con la celebración de la fiesta de los trabajadores en 1890, pero en 1891, bajo la presidencia de Cánovas, la situación cambió, prohibiéndose toda manifestación reivindicativa que se produjese fuera de los locales de las organizaciones obreras y aún en sus sedes éstas debían estar vigiladas por la autoridad gubernativa. Las restricciones se prolongaron hasta principios del siglo XX, también con gobiernos del Partido Liberal. Entre 1902 y 1924, la actitud gobernativa volvió a ser más flexible, permitiéndose la celebración al aire libre siempre que se produjera a las afueras de las localidades. Con la llegada al poder del directorio militar presidio por el general Miguel Primo de Rivera, la fiesta del trabajo volvió a ser coartada por la autoridad —pese a la buena predisposición que parecía tener el propio dictador, en 1924, en una reunión con una comisión mixta del PSOE y la UGT— más por el temor a altercados con los anarquistas y comunistas que con los socialistas; pese al reconocimiento de la jornada, el Directorio mantuvo una posición restrictiva durante todo su período de gobierno, limitando los festejos a mítines y actividades culturales en los centros obreros; una manera de sortear la prohibición de celebrar actos en la vía pública fue mediante el subterfugio de las conferencias, charlas, encuentros, etc. Con la llegada de la Segunda República todo cambió radicalmente.
Las celebraciones del primero de mayo son una de las pocas actividades que han dejado huella en este primer período del socialismo praviano; analizándolas se puede obtener información interesante. Desde los primeros años, los socialistas locales se volcaron en la celebración de la fiesta del trabajo. La escasez de fuerzas les llevó a celebrarlo —y esto parece ser la tónica general durante todo el primer tercio del siglo XX— conjuntamente con sus correligionarios de los vecinos de Muros y de Soto del Barco. La celebración era rotatoria efectuándose cada año en uno de estos tres municipios. La fiesta del trabajo, por entonces, era un día reivindicativo y festivo, una jornada de celebraciones y de alegría no exenta de mítines y de arengas en pro de sus ideales. El primero de mayo de 1901 se celebró en Pravia —en teoría, ese año no podían celebrarse fuera de los centros obreros— desde las cinco de la mañana, una banda de música danzó por las calles de la villa a la espera de la llegada de sus camaradas de los otros concejos. Los festejos se hicieron en un prado, en las inmediaciones de la capital concejil, junto al Nalón; y fue una romería socialista con música, baile y una comida campestre, además de discursos. El momento culmen se produjo con la elevación de un globo, símbolo de modernidad, progreso y ciencia ; este acto, tan inocente a primera vista, reviste gran trascendencia ya que es un evento que se realiza gracias al conocimiento científico, por lo tanto, es algo explicable, medible y reproducible, una buena metáfora para expresar lo que hombres y mujeres perseguían; la ciencia, la creencia en el progreso, la capacidad de elevarse sin necesidad de la intervención divina; la ciencia ganando a la fe —al menos, a la fe y a la religión contra la que estos hombres estaban acostumbrados a enfrentarse en sus vidas—. El hombre eleva algo que es visible y tangible, no hace falta creer, porque lo ven; no es necesaria una fuerza divina, pues es una mano humana la que lo consigue. El hecho de elevar un globo en absoluto es cuestión baladí, inconscientemente transmite una idea clara, el triunfo del progreso, de la ciencia a la que los socialistas decían adscribirse; la fe en la ciencia en contraposición con la fe en Dios.
En cuanto al número de asistentes, según recoge La Aurora Social, fueron casi dos mil las personas reunidas . Se nos antoja una cifra exagerada teniendo en cuenta la población y el peso industrial en los concejos del bajo Nalón, y más aún si pensamos que las tres agrupaciones eran todavía embrionarias.
En 1909, la Defensa se disolvió para reconstituirse en 1919, por lo que las noticias escasean; no será hasta en tiempos de la República cuando se vuelvan a tener informaciones de estas celebraciones. En los años treinta las romerías del primero de mayo parecen seguir siendo del mismo estilo. A partir de 1934 , además de con sus colegas de los municipios limítrofes, la festividad se celebra conjuntamente con el otro partido proletario de clase implantado en la zona, el Partido Comunista ; algo que, por otra parte, no sucedía en el resto de la región, donde la festividad se celebró de manera separada. El peso del comunismo en Pravia era más bien escaso, prueba de ello son los resultados electorales durante la Segunda República.
En definitiva, los primeros de mayo eran celebraciones festivas, la alegría de formar parte de un momento y una época que sentían histórica; en la que, con una fe inquebrantable en sus ideales, veían sus objetivos a lo lejos; fines que no pensaban que fueran utópicos, aunque en realidad seguían siéndolo; metas difíciles de conseguir, pero que con su esfuerzo conseguirían, creando un mundo mejor para todos, un mundo más justo. No estaban muy alejados de la moral cristiana que, al fin y al cabo, era en la que estos hombres y mujeres se habían criado.
(Pravia y su concejo en el primer tercio del siglo XX: Historia de la evolución política, poblacional, económica y social del concejo de Pravia en su tránsito del siglo XIX al XX, Cristian Rangel Valdés, tesis doctoral inédita.)
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